
Resulta que Paul iba caminando por su barrio, por allá por un lugar mágico donde dicen que las veredas están pintadas con los colores del arco iris.
Pensaba en que quería volver a las épocas en que se imaginaba a él mismo a los 64, teniendo solo 12, para saber si hubiese sido mejor ser normal, respuesta que nunca obtendría.
Cuando al doblar una esquina encuentra una foto gigante suya y de tres amigos más, en el lugar mas técnicamente reproducido del mundo y cuya principal mercancía es algo que para él significan muerte y derechos pisados.
Y nos llamo a nosotros a sus feligreses a no consumir dichas asesinas y redondas delicias.
Y ahora yo y toda mi persona estamos en un gran dilema moral, donde el estomago y el corazón no paran de discutir.
Consumir o no consumir, ésa es la cuestión.-