Era un día como todos, mas que normal. A las 11.30 del día miércoles 29 de agosto me tomo el tan odiado san martín para llegar a mi trabajo.
El viaje de lo más incomodo como siempre…
Minutos antes de llegar al final de mi recorrido, me paro para empezar a caminar por los vagones, para de esa forma ir ganando tiempo…
Cuando de repente, me doy cuenta que uno de mis pies, el derecho para ser mas precisa, estaba dormido.
Me han sucedido cosas raras, pero como esta que pasare a contar ninguna.
Al pararme, me caigo, del papelón que sufrí en ese momento, trato de disimularla “atándome los cordones” que estaban perfectamente atados.
Hasta que un señor se dio cuenta de mi “accidente” y me ayudo a pararme…yo de todos colores, que no sabia si reír o ponerme a llorar del dolor.
Bajo en esa bendita estación, y me apoyo en una de sus columnas, desesperada empiezo a buscar del lado de enfrente una persona conocida para pedirle ayuda…
pero lo único que vi fue un conocido que mas que nada era un desconocido, en ese momento cambie de idea..
Ese era MI papelón y yo debía protagonizarlo solita.. nada de actores secundarios, en esta historia no había lugar para los héroes
Me tomo un taxi, ya que ni pensaba en ese momento en el subte, llego a mi trabajo pálida, llorando, desesperada, sufriendo del dolor pensando que era solamente el dolor del golpe.
Los directores del colegio, para ser mas especifica, la monja, llama a una ambulancia... sisi ambulancia… yo ahí ya desesperada de no saber donde meterme!!
Llegan los divinos médicos, y su informe fue… ¡Hay que trasladarla, trae la silla de ruedas!...
Para para para!! No no, yo en la silla no me siento, camino hasta la ambulancia, cuando me paro, me vuelvo a caer, porq mi pie ya ni siquiera me respondía, así que Salí del colegio en la divina silla d ruedas mientras que todos los de secundaria miraban pensando seguramente ¡pobre idiota!
Me trasladan a un hospital en el centro que prefiero reservarme el nombre, porq en el Rivadavia me trataron como el culo, aja.
A falta de uno, tres médicos fueron los que me “atendieron” en el buen sentido de la palabra obvio, parece ser que dos eran pasantes.
Me trasladan (en silla de ruedas) a sacarme placas, de aca para allá todo el tiempo.
Hasta que escuche lo que no quería escuchar… hay que poner yeso, 15 días de reposo, después rehabilitación…
Tenia doble esguince, sisi a falta de uno dos!
Me quería morir, pero bueno viendo la parte interesante, no voy a la facultad, no voy al laburo (aunque extrañe a mis alumnos), y en mi casa todos me miman.
Así que tan cara no la saque…
Llego al trabajo de mi prima para volverme en auto con ella. Al terminar su jornada, nos dirigimos al ascensor para bajar esos 4 pisos, y resulto que justo estaban arreglándolos.
4 pisos por escaleras… casi 2 cuadras caminando para llegar al auto.
Y bueno así fue mi día miércoles, inolvidable… pero bueno… fue un golpe de suerte..
Eso esta GARANTIZADO.
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1 comentario:
no por ser mala onda pero me parece que esta histria es totalmente falaz, acaso no se la vio a la protagonista en sarasa y carabobo el sabado por la noche??...
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